Entre las tantas cosas maravillosas que le pueden suceder a un ser humano, está la de amarse a sí mismo, de manera incondicional, y ser capaz de cualquier cosa por defender ese sentimiento que siente.
Por razones obvias, tenemos que compartir con los demás, pero sin permitir
jamás que sus opiniones sean indispensables para que podamos disfrutar de la
vida, a nuestra manera.
Siempre tenemos que estar conscientes de que somos diferentes a todas
las personas que nos rodean, sobre todo, de aquellas que se creen la gran cosa,
que se consideran descubridoras del “agua tibia”, y tratan de moldearnos a su
imagen y semejanza… Mentiras del Diablo, Dios no hace disparates, sus obras son
perfectas.
Debemos tener claro, que muchas cosas que nos enloquecen, a otros, les
son indiferentes, pero no permitamos que nos hagan sentir que estamos fuera de
lugar.
Sin hacer el ridículo, vistamos la ropa que nos gusta, disfrutemos de
los lugares que son de nuestro agrado, hagamos un esfuerzo por ser cada día
menos dependientes de las opiniones de los demás. A veces, molesta a los demás
nuestro estado de felicidad. En ocasiones, hasta causa envidia.
Si tienes una edad avanzada, y mucha gente joven se siente bien contigo,
sácale provecho a esa circunstancia, porque eso quiere decir que, a pesar de
los años, tus temas no aburren.
Si deseas ver un espectáculo con tu artista favorito y a la persona que
suele acompañarte no le gusta, recuerda lo siguiente: “si Dios hubiese querido
que anduvieras pegada a alguien, te hubiese hecho siamesa”.
No dudes en conseguir el dinero que necesites, para hacer todo aquello que
te haga sentir bien contigo misma. Solo de esta manera podrás sentir que eres
un ser humano especial, merecedor de todo lo bueno que tiene la vida.
Si la gente que te quiere, te dice a menudo que no eres una persona
normal, pues perfecto, agradece y responde, sencillamente: “Me amo así”.
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