Este
tema es bastante complejo, ya que
resulta difícil asimilar que en algunas ocasiones somos nosotros quienes
debemos cambiar, no los demás, y que las únicas transformaciones que podemos controlar, son
las nuestras.
Resulta
muy chocante que un hombre censure hoy, a una mujer que conoció hace poco en un
lugar de diversión, usando una ropa muy
sexy y un maquillaje muy llamativo, con
una risa desenfrenada, y que de manera
loca, sin conocerlo aceptó pasar con él la
noche entera, y hacer mil locuras.
El
hombre perdió la cabeza, hizo todo lo posible para tenerla solo para él,
se casó, y luego exige que ella asuma un pliego de condiciones para ser la pareja que él entiende merecer.
Se
opone a que beba, quiere que cambie
totalmente su forma de vestir, que no se maquille tanto, pues se ve vulgar, que
esa risa no parece de una persona que ha ido a la escuela, bla, bla, bla.
Si
analizamos el comportamiento de ese hombre, realmente el que debe cambiar es él, y proponerse a partir de ahora, buscar pareja
que llene sus requerimientos, y en el lugar adecuado, ya que en lo que a
elección se refiere, su calificación es cero.
Autora:
Epifania de la Cruz.