Es maravilloso aceptar el paso de los años. Cuando
nuestra edad es mucha, mayor es nuestra sabiduría. Aprendemos asimilar cosas,
que en otros tiempos nos sorprendían.
Solo así puedo manejarme con dos personas queridas,
a las cuales les debo favores, siendo ambas muy diferentes, pero teniendo como
un común denominador, la gran ostentación
que ambas hacen de creer en Dios por encima de todas las cosas, pero a
veces muestran conductas totalmente divorciadas de lo que predican.
Cuando una me cuenta algo que dijo la
otra, hago una especie de auditoría, coloco sus actitudes en una balanza, pero
esta se queda fija, debido a que
entiende que las dos son iguales.
Las dos, en diferentes escenarios han dado
demostración de afecto hacia mi persona, inclusive ellas se llevan bien, pero
parecería que es una fachada, debido a que a sus espaldas cada una por separado
habla mal de la otra.
Como yo estoy en medio, como si fuera un árbitro,
oigo, analizo, trato de evitar que sus
comentarios me afecten, estando plenamente
convencida de que estoy como las
letras de una canción que decía: ♪♪Las quiero a las dos, las quiero a las dos, que me perdonen
si no puedo serles fiel♪♪
Autora:Epifania de la Cruz.