Perdón, palabra mágica, objeto de profundos análisis, sinceros a veces,
falsos otras. Algunas personas aseguran no guardar rencor, venden la idea de
que saben perdonar de corazón, pero se contradicen con su accionar.
De manera personal, casi siempre hago esfuerzos por no lastimar a las
personas de forma gratuita, ya que pedir perdón, de corazón, requiere una dosis
tan grande de humildad, que siento que después de un fuerte agravio, me sería
muy difícil encontrar el momento y las palabras adecuadas para hacer tal
petición.
Pedir perdón es una de las actitudes que más engrandece a un ser humano,
es maravilloso, pero no está completo, especialmente cuando se ha ofendido en presencia de terceros, y al
pedir perdón esos testigos están ausentes, lo ideal sería, en esos casos, que el
perdón se pidiera en el mismo escenario donde ocurrieron los hechos, aunque esto
puede resultar imposible en ocasiones.
Olvidando un poco la psicología, a lo largo de mi vida, he luchado mucho
por vencer ese sentimiento tan oscuro, recuerdo que cuando jovencita, afirmaba
que yo era muy rencorosa, porque los negros somos así, hoy con los años
entiendo que estaba equivocada, gracias a Dios, siento que he cambiado tanto,
que si la muerte me llegara, no tengo a
nadie en mi corazón a quien pedirle perdón, por haberle lastimado sin razón.
Siento que para que el perdón sea creíble, debe ser tan auténtico, que
no nos quede ni un espacio de duda al
momento de recibirlo.