Realmente es muy
difícil para los seres humanos entender la “misión imposible” que enfrentamos, al tratar de lograr que las
personas con quienes nos rodeamos dejen de hacer aquellas cosas que nos
irritan.
Me considero una
persona sumamente planificada, con mucho respeto con el manejo del tiempo, y me
irritan sobremanera las personas que pierden la noción del mismo.
Involucrada en la
lectura, aprendí que, generalmente, resulta inútil tratar de organizar a los
demás, y que, en cuanto a la impuntualidad se refiere, sacan de sus casillas a
las personas con las cuales se involucran. No tienen problemas, debido a que
ese hábito forma parte de su sistema de vida.
Para estos casos hay
dos opciones: adaptarse a su sistema de vida, lo cual, en mi caso, es
imposible, o como dicen por mi barrio, “Darle hilo y soltarla en banda” …
No podemos exigir que
se comporten como nosotros queremos, debido a que cada cual tiene el derecho a
actuar como le plazca, y quienes resulten afectados, siempre tienen la opción
de marcharse.
Esa decisión me ha dado
mucho resultado con los pacientes, como ya la secretaria está consciente de lo
estricta que soy con el horario de mis consultas psicológicas, les advierte que,
si se pasan de diez minutos, sin una excusa previa, me retiro a mi casa, sin
ningún remordimiento.
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