He conocido personas con grandes dificultades para pronunciar algunas
palabras, por ejemplo, no había nadie sobre la faz de la tierra que lograra que
mi difunta madre pronunciara la palabra
análisis; siempre decía “anali”, por más que se lo repitiera, no lo lograba, y
cuando la presionaba, me daba un boche, acompañado por una palabra bien fea.
Conocí a alguien a quien le daban los ´´íntimos de la menstruación´´,
refiriéndose a los síntomas previos a la llegada de la menstruación.
Creí que mis oídos no se iban a tropezar otra vez con este tipo de
situaciones, es entonces cuando oigo a una persona, con la que dialogo a menudo,
contarme con mucha gracia las dificultades que tiene su esposa para pronunciar
la palabra murciélago…
Con mucha elegancia me cuenta que, se las ingenia para que ella la
pronuncie dividida en sílabas “mur-cie-la-go”, pero al final, cuando le dice
que repita, ella dice –murciégalo-, con la seguridad del que sabe lo que está
pronunciando.
Ahora bien, tengo un caso muy cercano, donde la esposa, mediante el uso del
celular, accede a un programa para aprender inglés que se llama Duolingo, ella
dice Dolingo, él le deletrea Duo-lin-go y ella responde: ¡Dolingo!
Me da mucha risa, pero todavía, aún en esta etapa de mi vida, se me
dificulta pronunciar Gabriel. Es que realmente resulta muy cómodo mirar la paja
en el ojo ajeno.
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