Conozco una persona, que
salvo raras excepciones, nunca estuvo conforme
con algunas cosas y situaciones que le acompañaban en una etapa determinada de
su vida.
Le encontraba miles de defectos
a la persona que tenía como pareja, obviando todos los años que tenían juntos, tanto
en las malas como en las buenas. Simplemente entendía que se merecía algo
mejor.
No soportaba a su superior inmediato, le buscaba todos los
puntos negativos. Ambos tenían la misma
simpatía política, pero tan pronto este le llama la atención de mala manera por
un error que había cometido, o simplemente no le concedía alguna petición en
particular, en su interior anhelaba que este fuera sustituido por otro de ideas
diferentes, que posiblemente lo valorara y lo pusiera en la posición que se merecía.
En ambos casos, Dios o el
diablo oyeron su petición, presentándose la oportunidad de que llegaran los cambios
deseados, y luego de conseguir lo que
tanto había anhelado, su desencanto y frustración fueron tan grandes, que deseó
fervientemente tener la capacidad de retroceder el tiempo, y soñaba con que
apareciera un genio que volviera todas
las cosas a cómo eran cuando tanto se quejaba... Cuidemos y valoremos lo que tenemos, pues lo que vendrá no sabemos si va a ser mejor o
peor.
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