Como a mi edad
es fácil aceptar los fallos, ese es uno de sus encantos, les contaré que hace
unos cuantos días se me invitó a impartir una mini charla, en calidad de expositora emergente, debido a que uno de
los invitados falló.
El público a
quien estaba dirigida estaba compuesto por adolescente, los cuales una de sus
características principal es el aburrimiento, hay que reunir cualidades
especiales para poder manejarlos.
No pude
negarme, a pesar de que hace un tiempo tuve
una experiencia agotadora con una charla dirigida a unos estudiantes de un
colegio, la cual me llevó a hacer un
juramento de jamás en mi vida trabajaría con ellos.
El día de la
charla que les cuento, ya esos pobres chicos y chicas llevaban más de una hora
oyendo otra charla y realmente era hora de almuerzo, lo que me hace imaginar
que además de cansados, estaban hambrientos.
Cuando entré el
lenguaje corporal de ellos me llevó a intentar que se obviara mi participación, pero no lo logré. Como toda
una heroína empecé a hacerles un recuento de un tema que entendí les iba a
interesar.
Saben lo que
sucedió?...Trascurridos apenas unos minutos de mi exposición, en la primera pausa que hice, como si todos se
hubiesen puesto de acuerdo, empezaron a aplaudir como si fuera la mejor
charla del mundo.
Como interpreté
al pie de la letra el mensaje, me despedí amablemente, dándoles las gracias por
sus finas atenciones y por dentro con unas ganas inmensas de reir.
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