Lo
narrado a continuación, le sucedió a alguien muy querido, hace ya muchos años
en un reconocido hotel de esta ciudad.
Fue
solicitado para ser el padrino de graduación de una pariente lejana, una chica
muy alegre y extrovertida, cuya principal característica era ser el centro de
atención en cualquier lugar donde se encontraba.
El
señor, acostumbrado a las cosas finas, y a dar un trato preferencial a las
damas, creyendo que se las estaba comiendo, ordenó un servicio de un whisky, bastante
caro.
La
intención fue muy buena, pero Bea, parece que era alcohólica, o entendió que la
bebida era agua o jugo, empezando acto seguido a tomarla con tal rapidez, que
solo le faltó exprimir la botella.
Esto
provocó pánico en el padrino, ya que la noche recién empezaba, y de continuar ella
escurriendo la botella, mínimo él
pasaría por un gran apuro económico, entonces tomó la decisión de no pedir más nada.
Fue
en ese momento en que sucedió algo tan
insólito como cómico…Bea, sin ningún disimulo, abandonó al padrino y se fue
hacia otra mesa, con otro grupo.
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