Me sorprende que, quizás producto de los estragos que ha causado el COVID-19
en el mundo, haya habido un incremento en la obesidad, algo muy normal, pues
tanto el encierro, como el miedo a ser contagiado, son factores determinantes
en la ingesta desproporcionada de alimentos, especialmente si no se tiene una
rutina de ejercicios y el firme propósito de lucir bien.
En ocasiones, veo personas a las que siempre saludaba, y al verlas, he
tenido que disimular mi asombro, pues, algunas, han sufrido una transformación
bastante negativa. Otras, parecerían no tener espejos en sus casas o que éste
les miente, ya que, quizás por necesidad, se ven en la obligación de ponerse
ropas que antes de la pandemia les ajustaban bien, pero ahora, parecería que “el
muerto era más chiquito.”
No se trata de empezar a buscar excusas, el mejor parámetro para saber
si estamos ganando peso, es la misma ropa. Si hoy no le ajusta la talla que
hace un mes lo hacía, esto significa que ha llegado el momento de reconocer que
es necesario observarnos y aceptar que debemos perder peso.
Seamos viejos o jóvenes, no debemos resignarnos a agrandar la ropa. De
manera urgente, empecemos un plan de ejercicios, ya que, una vez ganadas una
cantidad excesiva de libras, la situación puede ser catastrófica, pues, se puede
poner en riesgo la salud.
Amémonos, esto significa cuidarse, tener bien claro que no podemos
seguir comiendo todo lo que se nos antoja.
Ahora bien, en ocasiones, esto no podemos hacerlo sin ayuda profesional.
Analice, si ve que no puede, busque la ayuda hoy mismo, que su cuerpo se lo
agradecerá.
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