Había una vez un niño al cual le gustaban mucho los
carritos, se podía afirmar que ese era su principal entretenimiento.
Con la autorización de sus padres entraba en la
computadora a unos juegos donde según se va ganando, se van escalando niveles.
Un día en el cual el niño no tenía clases, su abuela
le permitió un tiempo extra en la PC, su emoción era tan grande que no midió el
tiempo, estuvo jugando aproximadamente tres horas.
Normalmente después que él utilizaba la
computadora, se ponía a ver un poco de televisión antes de acostarse… ese día
se rindió desde que su abuela le dijo que era hora de apagarla.
Tan pronto el niño se acostó, se durmió plácidamente,
pero luego de transcurrida una hora se tiró de la cama sudoroso y
asustado, debido a que soñó que una cantidad grande de carritos le perseguían
sin que el pudiese hacer algo para detenerlos.
La abuela lo calmó diciéndole que a veces vemos cosas
que nos impresionan y luego nos soñamos con ellas.
Luego de la terapia abuelística, volvió a la cama,
pero en la madrugada volvió a asustarse y la abuela agotada lo dejó
dormir en medio de ella y el abuelo.
Al día siguiente, cuando la abuela lo interrogaba preguntándole
que si él había jugado lo de siempre, el niño aun la miraba asustado, la
abuela empezó a reírse y la reacción del chico, poniéndole la mano en el pecho a la abuela fue la siguiente:
“Abuela, cálmate, no te rías así, si pasas veinticinco
minutos riéndote de esa forma, te puede dar algo y morirte”…iiQUE TIGUERAZO EL
NIÑO!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario