Muchas veces nos sorprendemos afirmando que todo obra para bien, o de que
Dios está al control de todo, y que sólo él sabe por qué pasan las cosas.
Esta reflexión es producto de situaciones de las cuales he sido testigo. En
el momento, no encontraba explicaciones pero luego, estas vinieron por si solas.
Todas giran en torno a personas conocidas, que en lo laboral, han tenido
que lidiar con superiores inmediatos que son reales representantes del Demonio
aquí en la Tierra.
Una de ellas, tuvo que sufrir una especie de tiranía con alguien que nunca
estaba conforme con nada. Todo lo quería perfecto, y no aceptaba el mínimo
error. La chica sufría mucho, pero el supervisor murió y la joven pudo
desempeñar perfectamente la posición, pues a pesar de todo, hubo mucho
aprendizaje.
El otro caso, es de dos jóvenes supervisadas por un ser humano inagotable,
pero con tantos conocimientos, que una vez destituido, parecería que ese trato
formaba parte de los regalos que les traería la vida: Una consiguió un mejor
empleo y la otra, está dando la talla con las nuevas autoridades.
Esa es la respuesta a tantos
sufrimientos.
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