En días pasados, una
persona con la cual acostumbro a compartir, siempre de una manera sana, me dijo, en tono de
broma, que yo era una negra que me parecía a Celia Cruz. De manera rápida le
respondí, que ese comentario me llenaba de orgullo, por ser una artista por la
cual sentí una gran admiración, especialmente por la gracia, el colorido, y el
glamour que siempre acompañaron su vida.
De eso ha pasado un
tiempo, y de repente tuve la oportunidad de ver un programa dedicado a la vida
de esta celebridad.
Aprendí algunas cosas
que me llegaron al corazón:
- Nunca en su vida
repitió un vestido.
- A pesar de su
apretada agenda, bordaba y cocinaba.
- El amor de su vida,
fue Pedro Knight. Se conocieron cuando ambos trabajaban con la Sonora Matancera,
ella como cantante y él como trompetista. Se amaron con devoción hasta el final
de sus días. El padecía de diabetes, y
ella siempre estaba atenta a sus medicamentos.
- Sus zapatos de
enormes tacones, se los ponía unos pocos
minutos antes de empezar el show, y se los quitaba con igual rapidez, cuando este terminaba.
Durante una presentación en México en 2002, Celia Cruz
sufrió un percance de salud. A raíz de esto, se descubre que padecía de glioma (un tumor cerebral muy
agresivo), sometiéndose a una operación para extirparlo a finales de ese año,
para luego intentar retomar su carrera artística. Luego, grabó su último disco,
titulado Regalo del alma.
Finalmente muere el 16 de julio del 2003, dejando un recuerdo que se mantiene vivo a través de
las generaciones. Úrsula Hilaria Celia de La Caridad Cruz Alfonso, nunca
morirá.
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