viernes, 21 de julio de 2017

NO TODO ES COMO PARECE



Un día de estos me puse a analizar el tiempo que ha pasado desde que leí un libro, me decidí a retomar ese hábito maravilloso.

Tiendo a olvidar tanto los libros como las películas, por eso empecé por uno que ya había leído y en eso estoy.

Como el Diablo no duerme, y es sucio, alguien muy apreciado me mostró un libro que estaba leyendo, y la carátula captó mi atención.

Acto seguido, me  torné obsesiva, solo pensaba en eso, conducta muy frecuente en mí cuando algo me gusta.
No se imaginan el esfuerzo que hice para conseguir mi objetivo, fue una obra que desarrollé en tres actos:

Acto #1:
Me lanzo y le digo a la persona que me lo preste cuando termine de leerlo, ella, con el cuerpo, me dijo que no, pero con una sonrisa tímida y un tanto apenada.

Acto # 2:
Al rato,  viene apesadumbrada, me ofrece todas las explicaciones: “el libro no es mío, podemos leerlo entre las dos”. La idea no me gusta, qué lío!

Acto #3:
La persona se aparece con el libro (estaba segurísima de que sería así), me dice que vamos a leerlo entre las dos. Agotada del proceso, le planteo fotocopiarlo, a lo que ella accede  y así lo hice, hasta invertí  dinero en el proceso.

Acto sin número y sin nombre en la historia

Al empezar a  leer el libro, nada que ver, no me gustó, ni siquiera se acerca al tipo de literatura que me gusta…Como decía mi difunta madre, “Fue más la sal que el chivo”.

No hay comentarios:

  ¿ANCIANA QUIÉN?   Hace unos días, pensando obtener una respuesta diferente, le pregunté a mi hija: ¿A partir de qué edad se considera ...