lunes, 27 de noviembre de 2017

SOMOS LO QUE DECIDIMOS SER



En algunas ocasiones nos quejamos del trabajo, de los hijos, de los amigos, etc., esto hace que seamos seres inconformes y amargados, nos aferramos a las quejas, pero nunca nos hemos dedicado a pensar qué hemos hecho para dejar de tener lo que tenemos.

En cualquier situación que estemos, por difícil que sea, es probable que nunca hayamos hecho lo necesario para que se dé el cambio. En mi caso particular, cuando decidí que  estaba harta de la contabilidad y que necesitaba respirar otros aires, me puse a estudiar psicología, entonces otros horizontes se abrieron a mis ojos.

Hago esta reflexión  debido a que fui a ver a un persona muy apreciada, la cual estuvo muy delicada de salud, justo cuando  él empezó a decirme que su mujer no lo dejó solo ni un solo segundo, llegó ella, y con una cara de pocos amigos, dijo que ningún hombre se merece eso, ya que no lo agradece.

Entonces entendí algo que leí en relación a que la llamada vergüenza ajena, le hace más daño al cerebro que la propia. Les confieso  con el corazón en la mano, que quise morir de la vergüenza, quise que la tierra me tragara. Por  Dios, no era momento para eso, los trapos sucios se lavan en la intimidad del hogar. Si su pareja nunca valoró esto, quién la  obligó a envejecer con él?


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