A todos en algún momento nuestra
memoria nos ha jugado una mala pasada, y posiblemente una de la más difícil de
enfrentar, es cuando una persona nos saluda efusivamente, nos abraza,
nos llama por nuestro nombre, y qué cosa
tan grande, no recordamos para nada
dónde hemos visto esa cara.
Hacemos un ejercicio mental tan
fuerte, que de manera personal, he sentido dolores en el cráneo.
Sufrimos tratando de ubicar a esa
persona, pero nuestra memoria parece que cerró la puerta, parecería que se burla de nosotros, ya que en algunas
ocasiones, luego de varias horas,días, semanas o meses, algo se ilumina en nuestro
cerebro, cual si fuera un bombillo, y recordamos perfectamente, con lujos detalles de dónde conocemos ese rostro.
Sufrí tanto la última vez que me pasó
algo parecido, que tomé una decisión que evitará que me vuelva una crisis de
migraña que me daba años atrás: Con mucha sutileza le voy a decir a la persona
que me disculpe, pero que me ayude a recordarla, no vuelvo a hacer ese
ejercicio mental nunca más en mi vida. En mi caso, tengo la ventaja de achacárselo a la
edad, cosa no cierta ya que tengo mucha capacidad de recordar, pero
recurriré a ese recurso…No sé cuál será el de ustedes!!
Autora: Epifania de la Cruz
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