Hace varios días
mientras abordaba un ascensor en la institución en la cual laboro, entraron dos
hombres, los cuales lucían ropa barata, se veía a todas luces que
económicamente no estaban bien parados.
Tan pronto entraron, uno
de ellos empezó a criticar un nuevo sistema implementado con los carnets para los visitantes.
Si hay algo que me irrita sobremanera es
que quieran tirar por el suelo cosas que están bien establecidas, especialmente
cuando las personas no califican para eso.
Como no recibió apoyo
cuando empezó a hacer los comentarios, luego de ver mi carnet de empleada, uno
de ellos le dijo al otro con toda
la petulancia del mundo:
¿Tú te imaginas que yo
venga con una de mis chacabanas de mil dólares, y me pongan ese sello, y la
misma se me dañe?
Inconscientemente
procedí a chequearlo de arriba abajo, y luego de pensar que ese tipo ni en
película había visto esa cantidad de dinero, y casi saliendo del lugar, con
mucha delicadeza, le dije: Caballero, en el lobby tenemos disponible un buzón
de sugerencia para que exprese su inconformidad, gracias, trabajamos para
servirle.
No sé cuál sería su
reacción, pues salí al piso solicitado por mí, pero me sentí satisfecha, debido
a que le respondí de una forma fina y elegante, sin faltarle al respeto, y sin
permitir que menospreciara el lugar donde trabajo.
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