Definitivamente,
solo hay que estar vivos para que nuestros oídos se mantengan ejercitados,
aunque digamos que no vamos a prestar atención, siempre lo hacemos.
Entre
los profesionales que cuentan con la mayor licencia para escuchar las cosas más
insólitas, estamos los psicólogos. Normalmente, las personas nos confían sus
penas y alegrías, muchas veces, del modo más peculiar del mundo.
Lo
siguiente fue narrado por una chica, aclaro que no fue en consulta, lo hizo de la
manera más cómica, inclusive delante de una persona del sexo masculino:
``Oigan
ustedes, hace un tiempo conocí a un hombre, por cierto hasta bien se veía, él me ayudaba económicamente,
y cada vez que yo le pedía dinero, sin problemas, me lo daba.
Llegó
un momento en que me sentí tan comprometida con él, pero tenía muchas dudas ya que
nunca me insinuó siquiera, que quisiera acostarse conmigo. Estaba muy
intrigada, porque lo normal es que el hombre, tan pronto te da algo, quiera
acostarse contigo.
Como
él no lo hacía, yo se lo propuse. Les juro que creí que me la estaba comiendo,
pero una vez a solas con mi apuesto hombre, me llevé la sorpresa de mi vida,
por poco me desmayo. Sentí una decepción enorme cuando mi príncipe azul se
desnudó. Ohhhhh Dios mío, pensé para mis adentros. Aquel hombre tan detallista,
considerado, apuesto y elegante, tenía el pene
más chiquito que he visto en mi vida, realmente parecía una pasita, con
decirles que ni siquiera le servía el preservativo.
Creo
que se me fue la mano con mi reacción, porque después de lo que paso allí
dentro, el hombre jamás ha vuelto a hablarme, ni siquiera me dirige la mirada
cuando nos tropezamos en algún lugar. Resulta, que dentro de su vergüenza, por
mi asombro ante aquel micropene, trató de entablar una conversación (sin
sentido). Me dijo, casi entre dientes, que tenía su esposa y que ésta, estaba
embarazada. Yo, sin salir de mi asombro, le pregunté y con qué, con eso…
Muchas
veces he pensado en hablarle, ya que mi situación económica está muy difícil y
realmente él me ayudaba mucho con los chelitos”.
Les
confieso que, mientras escuchaba a esta mujer en su narración, no lograba salir
de mi asombro, y a la vez pensaba: Como decimos los dominicanos... Qué mujer
tan pechua.!!!
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