Dentro de las reflexiones, a veces ilógicas que se me ocurren,ésta fue
objeto de análisis entre mi marido y yo, observando personas del entorno, las
cuales trabajan, pero a mi juicio no son trabajadoras.
La persona trabajadora, busca el trabajo dondequiera que esté, y cuando
no lo encuentra, lo inventa, aprovecha las necesidades de servicios ignoradas
por otras, se hace imprescindible, y cuando es necesaria una recomendación,lo
primera que aflora es que es fajadora y perfeccionista con lo que hace.
La que simplemente trabaja, lo hace porque no hay de otra, le prende una
vela a Dios para encontrar que hacer y cien al diablo para que se baraje.
Viene a mi mente doña Chela, mi madre, que cuando amanecía enferma, lo
primero que hacía antes de faltar a sus trabajos como lavandera y planchadora,
era buscar quien la sustituyera, para
luego venir a acostarse.
Lograba hacerse imprescindible, se convertía en una utility, recuerdo
que trabajó en una casa donde habían muchos varones ya adultos, y como ella tenía muchas habilidades en la cocina, cada uno empezaba a
antojarse de pedirle cosas diferentes de comer, ella a todos les preparaba lo
que les pedían, y al final del día, iba con propinas que todos les daban,
siempre dispuesta a hacer lo que sea para ganarse el pan de cada día…Digno ejemplo
de una persona trabajadora. Hacía tan bien lo requerido, que cuando se
incomodaba y renunciaba, pude ver a muchas patronas,venir al humilde callejón
donde vivíamos, a rogarle que volviera, regreso que dependía de que se
cumplieran algunas exigencias que ella hacía.Nunca faltaba el pan de cada
día, porque no solo trabajaba,era trabajadora.
Autora: Epifania de la Cruz.

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