En las dos historias anteriores, con este mismo título, partes 1 y 2, el
protagonista obsequió algo a la chica, ésta
lo tomó y luego, literalmente, ella lo votó, o como decimos los
dominicanos, “le sacó los pies”.
Hoy, ya adulto, le sucedió algo a la inversa con una persona que lo
supervisaba.
Luego de que todo andaba de “chupe
usted y déjeme el cabo”, un buen día, su
supervisor amaneció con los cables cruzados. Le obsequió algo de comer, y
mientras nuestro incauto joven degustaba con fruición el manjar obsequiado, este
ser sin alma, que hasta ese momento era su jefe inmediato, le comunica con un
dejo de frialdad, que a partir de ese día no lo quería en su área de trabajo,
que buscara para donde irse ipso facto.
Él contó que casi se atragantó con lo que comía, pero gracias a Dios no
hubo necesidad de llamar al 911.
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