Siempre en nuestra casa hemos tenido
dos televisores, lamentablemente se nos dañó uno, y no habíamos tenido la
oportunidad de adquirir otro.
Desde hace varios años conocemos a un técnico, el cual forma parte de nuestra
historia familiar, debido a que lo conocemos desde que nuestros hijos eran
chiquitos.
Cuando el vino a chequear la tv., que
se descompuso, nos dijo que era la pantalla, que esta no servía.
La dejamos en un rincón, y un día que vino a chequear
la única que nos quedaba, se llevó la pantalla que antes había descartado, y
nos prometió que nos iba a conseguir otra.
Pasaron meses, y un día me acordé y
lo llame, luego se apareció en casa cuando yo no estaba y trajo una televisión usada a un precio increíble, lo más
extraño del caso es, que ni a mi esposo ni a mi nos gustan los efectos
eléctricos usados, pero le vendió la idea a mi marido, él se la compró, y él a su vez me la vendió a mí.
Creyendo que nos las estábamos
comiendo, hicimos el negocio, la dejó funcionando, pero no habían transcurrido
dos días, cuando empezó a tener un ruido
tan grande que cualquiera del susto se moría del corazón.
Cuando lo llamamos para explicarle,
puso en dudas mis palabras, y observe que le contesté con cierta arrogancia,
pero a partir de ahí decidí que iba a
utilizar la paciencia como mi mejor aliada.
Le analicé la presencia que él
siempre había tenido en nuestra familia
y que por esa suma tan insignificante jamás seria agredido verbalmente por mí,
obvio que esto fue una técnica psicológica, no vayan a pensar que soy tan
buena.
Realmente sentí que mi actitud lo
hizo sentir tan mal, que no encontraba que decirme.
Hasta ahora la novela va
por el capítulo dos, él ha venido dos veces, y parecería que el problema,
aunque hace su ruidito a veces, va a ser
resuelto.
De lo que el puede estar plenamente convencido, es que tantas veces
se dañe, tantas veces lo llamaré,realmente ha perdido algo muy difícil de
encontrar…La confianza.
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