Mientras compartía con gente joven, como
a mí me encanta, una persona amiga habló refiriéndose a las penas de amor;
llegando a la conclusión de que quien no ha sufrido por alguien, no ha vivido… Mantuve el
silencio, debido a que llegué a la conclusión de que de ser esa afirmación cierta, yo
siempre he estado muerta.
El más joven del grupo apoyó esta
afirmación, y aprovechando la oportunidad, narró una decepción amorosa que tuvo
en su adolescencia.
Sucedió un día de San Valentín, él
estaba enamorado como un loco de una ``gringa``, como no tenía nada que
regalarle, procedió a vender un play
station que tenía, para comprarle un peluche gigantesco, llevarla a pasear, y
guardar unos pesitos para el pago de taxis.
Descorazonado abordó un taxi, mientras dos gruesas lágrimas,
salidas desde lo más profundo de su corazón, rodaban por sus mejillas, mientras
en la radio sonaba una canción muy famosa que dice♪please don´t go♪.
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