LADRONES A DOMICILIO
A pesar de que en días pasados escribí un articulo sobre la pesadilla vivida cuando fui con mi esposo a ver esta película, debo reconocer y lo juro con la mano derecha bien en alto que los ladrones existen en este país no sólo a domicilio, sino en todos los lugares y que muchas veces tienen licencia de operación.
Realmente fuimos víctimas de robo en ese cine: se nos robó la ilusión que teníamos de ver completa la película; se nos robó nuestro tiempo, el respeto que merecemos como seres humanos y además se nos robó nuestro dinero y como en la película, todo quedó impune.
Pero ya no hablaremos más de eso. Debido a la admiración y al respeto que tenemos por el trabajo de Ángel Muñiz, decidimos volver a ver la película.
No voy a meterme a crítica de cine, realmente la película la considero buena. Las actuaciones, en especial la del personaje que encarna el padre del protagonista. Ahora bien, siento preocupación porque veo con la euforia con que mucha gente joven que la ha visto reacciona, diciendo: ¡QUE CHEVERE! ¡ ES UN RETRATO DE NUESTRO PAIS!
Estamos de acuerdo: es una situación que se vive a diario; pero el mensaje final malinterpretado es peligroso. Lo ideal sería que esas cosas no se dieran porque son antivalores.
Me arriesgaría metiendo mi cabeza en una guillotina afirmando que la mayoría de las personas se identifican tanto con el protagonista que se sienten felices con el final. Yo por mi parte, tal vez por una formación que mis allegados tildan de moralista, sentí un sabor amargo. Esa realidad me dio duro, y aunque se oiga descabellado me quedo con el maestro serio, en olla, pero con la frente bien en alto ante su familia.
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