Hace tres años, mi
amigo Daniel me contó esta historia, y me reí tanto con la gracia que fue
narrada por él, que le solicité que me la escribiera. Lo sucedido fue lo siguiente:
A su ya numerosa
familia, le nació un par de mellizas, a quienes llamaron Yanet y Sandra.
Mi amigo y un
hermano, se veían involucrados cuando ellas lloraban, no importaba lo
entretenido que estuvieran en sus juegos, la abuela, en tono iracundo, les
exigía acudir en su auxilio.
Por estas razones y
atribuyéndose un derecho que no les correspondía, ellos decidieron “dividirse”
el cuidado de ambas.
Daniel eligió a Sandra, ya que la podía identificar fácilmente,
porque esta tenía una mancha visible en la parte interior del muslo derecho.
Un día, cuando más
entretenidos estaban jugando bolas, se oye un grito desenfrenado, llaman a
Daniel para decirle que una de las niñas estaba llorando, éste acude a
regañadientes, y luego de revisar, muy contento, le vocea al hermano,
diciéndole que vaya a buscarla, que es la de él la que está llorando.
La abuela, al oír
esto, parece que se le revolotearon los apellidos, y furiosa le dijo a Daniel: ·
“Mire coño, uté ha parío, vaya a cargar la mucha ahora mimo”.
Me da risa pensar
que, conociendo como eran los viejos de ese tiempo, los talones le chocaron con
la espalda, corriendo asustado…Buenísimo por fresco.!!
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