EL CAJERO ENDEMONIADO
Cuando mis compañeros de trabajo eufóricos me anunciaron que en nuestra cuenta ya nos habían depositado el dinero de la regalía pascual, muy contenta me dirigí al cajero, ubicado en uno de los bloques del área que ocupa la institución donde laboro.
Siguiendo las instrucciones del cajero, seleccioné el lenguaje, obviamente español, le introduje la clave y a este como que le caí mal y me informó que esperara, que estaba procesando la transacción.
Como estaba sola con mi enemigo le digo: pero cajero del diablo cuál transacción si aún no te he digitado la cantidad??
El no me respondió y se quedó con mi tarjeta. Como comprenderán, caí en pánico, como una loca empecé a darle a Enter y a Cancel con todas las fuerzas que mi desesperación me permitía.
Nada, no me contestaba nada, cuando le dio la gana me presentó el panel con la cantidad a seleccionar. Más rápido que un relámpago y con los nervios de punta le digité la cantidad.
El cajero no cogió presión y volvió nuevamente a tomarse su tiempo. Ya me estaban dando deseos de coger un zafacón que hay en el cuartito y rompérselo encima; luego me dije a mí misma que soy Psicóloga, que no debo dejarme llevar por la violencia y mejor me puse a invocar al divino niño Jesús…
Mi actitud parece que fue premiada y el cajero abochornado y entendiendo que ese dinero no era de él me lo entregó, además de mi recibo y mi tarjeta.
Aunque había un aire acondicionado full, salí toda sudorosa del lugar y sólo atiné a decirle a la persona que me esperaba en turno: SI EL SE FRIZA DELE VARIAS VECES A CANCEL Y A ENTER y el joven me miro tan agradecido porque parece que entendió que soy una genio de la tecnología.
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