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APRENDIENDO A MANEJARSE CON EL MIEDO
¿Sabes cómo se aprende a sobrevivir al miedo? Sencillo: ¡enfrentándolo! Parece difícil, pero no es imposible.
De niña siempre fui muy miedosa, fruto de la crianza que correspondía a mi generación. Le tenía pavor a los truenos, a los temblores de tierra, a los muertos y ni hablar de una enemiga que hasta hace poco no me gustaba llamar por su nombre:
¿Qué he hecho? Bueno, en cuanto a los truenos, como de niña vivía en casas de madera, al empezar a vivir en casa de concreto, desapareció mi temor. En cuanto a los temblores de tierra, son tan repentinos que me asusto como es normal, pero me pongo lejos de cualquier situación peligrosa y lo manejo. En cuanto a los muertos, tan pronto tengo que cumplir con un compromiso de esta naturaleza, siempre que pueda voy al velorio, me acerco a la caja, veo el cuerpo y trato de hacer mi vida normal.
En cuanto a mi enemiga (la culebra), hay por ahí una teoría de que atraes a lo que le temes, y precisamente hace un tiempo por una ventana de una vecina que vive pegada a mi casa, apareció una culebra. Yo estaba mal de salud, encerrada en mi cuarto y no me di cuenta del aparataje que se armó. Mi hija Paola se enteró de todo e intervino para que no me lo dijeran y hasta hizo una pesquisa por el patio en busca de mi enemiga; no sé qué iba a hacer ella si la veía, pero tuvo valor, que es de lo que se trata este tema.
Pasados unos días, una vecina no pudo aguantar y me lo dijo. Obviamente caí en un estado de pánico, porque por donde salió la culebra yo tenía que ir casi todos los días a abrir la llave de paso de un tinaco para poder abastecerme de agua. Me preguntaba qué podía hacer; la enemiga se apodero de mis sueños…
Después de enterada, al día siguiente, cuando me tocó ir a mi rutina matutina, en la ventana de block calado de mi vecina había algo enrollado que parecía… lo que ustedes saben.
Mi primera reacción fue echarme a correr dando gritos como una loca; después traté de serenarme, hice ejercicios de respiración, me calmé y busqué un palo, procediendo a mover lo que veía. Al sentir el material tan flexible, lo moví varias veces y pude comprobar que era un trapo con rayas.
Moraleja: si no hubiera enfrentado la situación, tal vez todavía estuviera corriendo, no hubiera cogido agua y no pudiera disfrutar el orgullo de haberme enfrentado a mi mayor miedo.
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