Una de las cosas que proporciona más seguridad al ser humano es aceptarse como es; claro está que para esto es necesario que no tengamos problemas con nuestra autoestima.
Comento esto porque en días pasados me encontré con una foto tan triste y solitaria que más bien parecía un rostro de una película de fantasmas. Se trataba nada más y nada menos que de lo que queda de Michael Jackson: una figura momificada, con su salud alterada, blanco, pero negro.
Me encantaba ese negrito con afro cuando era figura principal de The Jackson Five, talentoso, simpático, lleno de vida; parece que en ese entonces él aún no había cobrado conciencia de que era negro.
Ahora es blanco, por fuera, felicidades… aplauso, pero genéticamente es negro y en cualquier momento un hijo engendrado por él con la mujer más blanca del mundo puede salir con sus cabellitos alambrados…Pobre Michael, es una especie de máscara de él mismo. Me imagino que se avergonzará de sus ancestros y en algún momento se aterrorizará cuando recuerde que desciende de los monos.
Es penoso ver cómo tanto carisma, cómo una gloria como lo es Michael, siempre haya estado debajo de la sombra de su color de piel.
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