Hay personas que apenas saben leer y escribir y tienen una educación natural y un sentido común que nos sorprende a todos, en cambio hay otras que son letradas, que han pasado por una o varias universidades y da pena tratar con ellos.
En el primer grupo están aquellas personas que han recibido una educación familiar basada en buenos principios; saben en qué momento se introducen en una conversación; son incapaces de entrar a los lugares sin saludar y sobre todo saben cuándo deben opinar.
Saben respetar el tiempo de los demás, aceptan cuando han cometido errores y defienden sobre todo el derecho de cada ser humano a ser respetado.
Cuando van a una celebración se sirven de comer lo necesario sin llenar la cartera de cuantas cosas están sirviendo para llevarle hasta a los vecinos.
Saben que las palabras comprometen, por eso sólo dice que sí cuando han analizado todas las perspectivas y están conscientes de que no quedarán mal.
Son oportunas a la hora de visitar porque entienden que deben respetar el espacio del otro.
Estas personas tienen un grado de educación que no se consigue en ninguna universidad, son profesionales de la vida.
06/01/2009
martes, 13 de enero de 2009
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