
No sé si a algunos de ustedes les habrá sucedido que sucumben extasiados ante una canción, sienten una especie de flojera que los lleva al paraíso, tienen que dejar lo que están haciendo, porque son invadidos por tal hechizo, que son incapaces de continuar con la actividad que estaban desarrollando, y ay de aquel que los interrumpe; es como si le tiraran una cubeta de agua fría.
A veces esta sensación la experimentamos tan pronto oímos las primeras notas, y me ha sucedido que me enloquece la canción y ni siquiera sé lo que dice, porque mi cerebro sólo ha retenido el estribillo que se repite. Es el caso, por ejemplo, de una canción de David Bisbal de la cual solo me sé el pedacito que dice: ♪♪♪HAY OTRA MUJER, HAY OTRA MUJER♪♪♪; y otra de Víctor Manuel que repite: ♪♪♪TENGO GANAS DE VOLVER A ENAMORARME, Y EL FANTASMA DE TU SOMBRA ME PERSIGUE♪♪♪ Pero ¿a dónde, con quién, haciendo qué? ¿Cuál mujer? ¿Cuál fantasma? Ni me preguntes, pues no sé qué más dice.
Igual me ha sucedido con algunas canciones en otros idiomas; pueden influir en mi estado de ánimo provocándome euforia, tristeza, alegría, energía, sin tener ni la más remota idea de lo que dicen. ¡LAS CANCIONES BELLAS NO TIENEN IDIOMA!
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