No voy a presumir de jovencita, mi edad es pública porque al entrar a mi blog y leer mi biografía habrán calculado mi edad,estoy segura,porque ese tema nos provoca morbo a todos.
Cuando yo era chiquita…!Ay mi madre!, hace mucho tiempo, nuestros viejos tenían una costumbre de ofrecer promesas de diferentes tipos, era como una ofrenda que se le hacía a un santo determinado por algún milagro recibido, por ej. Yo me enfermaba mucho y muchas veces estuve a punto de ¨mudarme¨ para el barrio de donde no hay regreso, entiéndase morirme.
Mi madre nunca fue mujer de ir a misa, ella decía que no había que rezar tanto, que simplemente no debíamos hacerle daño a nadie, pero un día, su única hija (yo) se enfermó y como ella pensó que me iba, parece que enloqueció y empezó a ofrecerles promesas a varios santos al mismo tiempo.
Llegué a la adolescencia con todas estas encomiendas pendientes, las cuales en ese tiempo yo veía como un castigo, la primera de ella fue ir a misa descalza, a pesar de que me encantaba estar así, me incomodé muchísimo, luego siguió vestirme durante un año de una tela feísima que le llamaban ¨macario¨, ese tiempo fue de amargura y sin atreverme a contradecir a mi madre, pues esto significaba exponerme a un castigo severo, pues ella era muy drástica y pasaba del dicho al hecho en fracciones de segundos.
Cuando me faltaba la última penitencia, vestida otro año de otra tela llamada ¨alitao¨, pero igual de fea, protesté, me revelé, busqué ayuda de algunos parientes que me entendieron y mi mamá de mala gana cedió.
Ahora analizo y sin ánimos de criticar a mi vieja, (pues siempre les he dicho que ellos estaban haciendo lo que consideraban correcto), si un hijo se nos enferma y queremos agradecer a dios por que este se salvó, ¿porqué no hacemos la promesa al revés?, por qué no duró ella ese tiempo vestida así?, por qué no fue ella descalza a la misa?, por qué en ningún momento me consultó a ver si yo estaba dispuesta a semejante sufrimiento?,en esos momentos en vez de sentirme contenta con todos esos santos sentía que los odiaba.
En este país se han dado casos de padres que prometen llevar a sus hijos a cumplir una promesa insólita, por ej. Ir a pie a un pueblo, que me imagino que esto mata en lugar de acrecentar la fe de cualquier niño. Gracias a Dios que en estos tiempos no oigo a los padres jóvenes hablando de las benditas promesas. Parece que se quedaron en el ayer, gracias a Dios.
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