LA ODISEA DE DOS CORDALES

Hace días mi querida hija me informó que le iban a extraer los cordales; la primera cirugía se programó para el jueves 26-2-2009 a las ocho de la mañana.

La excelente profesional con la cual mi hija se atiende le dio una serie de instrucciones pre –operatorias, dentro de las cuales estaba incluido un relajante que debía ser ingerido cuando tomáramos el taxi que nos conduciría al lugar de los hechos.

Llegamos al consultorio a las 7:30 de la mañana y fue ahí cuando empezó mi odisea, no sé que hubiera pasado si el mismo hubiese estado cerrado. Al desmontarme del taxi mi chica empezó a reírse, yo creí que era de mí, pues a ella le provoca mucha risa mis ocurrencias, pero pasado cierto tiempo observo que ella sigue riéndose, pero sin razón lógica y al salir del vehiculo la relajación de ella era tal que mi hija parecía una muñeca de goma.

El relajante estaba haciendo su efecto, pero gracias a Dios vino la doctora y al verla muy segura le dijo: ESTAS BORRACHITA, procediendo de manera inmediata a ayudarme a que la sentáramos en un sofá, donde ella en fracciones de segundos se durmió, luego de decir muchas incoherencias y reírse mucho.

A la hora señalada empezó la operación, la cual duró aproximadamente hora y media. Como presumo de escritora llevé libreta y lapicero y me puse a escribir para olvidar el gran temor que le tengo a los odontólogos. Escribí primero dos y pensé hacer una pausa, pero cuando empecé a oír el sonido tenebroso de la maquinita, procedí a escribir este.

Gracias a Dios todo tuvo un final feliz, como ocurre siempre que nos ponemos en las manos de los profesionales adecuados. Es una lástima que estos no puedan estar al alcance de todas las clases, porque realmente son costosos. Debemos dar gracias al todopoderoso porque aunque sea de una manera forzada podemos tener acceso a ese tipo de servicio profesional.